El territorio bonaerense posee una vasta heterogeneidad y riqueza
de recursos patrimoniales, tanto naturales como culturales, de escala urbana y
rural. En términos generales, el territorio está conformado por componentes
naturales, producto de la interacción de la geología y geomorfología, la
orografía e hidrografía, el clima, la flora, la fauna y su evolución en el
tiempo y; por manifestaciones culturales, producto de la interacción del hombre
con la naturaleza, constituidos en el reflejo de procesos sociales, económicos,
administrativos y religiosos que se asentaron en el territorio y que aún
conservan un rol en la sociedad contemporánea.
Con
307 571 km² de extensión su población supera los 15,6 millones de habitantes
según los resultados definitivos del censo de 2010 con lo cual es la provincia
más poblada del país. A nivel demográfico se suele dividir el territorio
provincial entre los partidos del conurbano bonaerense, parte del Gran Buenos
Aires, con aproximadamente 10 millones de habitantes, y el interior provincial,
con alrededor de 5 millones de habitantes. Aproximadamente el 96,4 % de la
población de la provincia reside en áreas urbanas. El resto vive en localidades
con menos de 2000 habitantes, consideradas rurales.
Las particularidades de su relieve y la dinámica atmosférica determinan distintos
tipos y subtipos de climas y biomas que crecen en aridez en sentido
noreste-suroeste, desde los humedales del delta, hasta el árido extremo sur de
la provincia, de características patagónicas. Las ecorregiones se suceden
acompañando los distintos tipos climáticos: humedales y bosques en galería en
la ribera del Paraná, paisajes pampeanos en la mayor parte del territorio, y
espinales hacia el extremo meridional de
la provincia. La costa atlántica, los sistemas serranos del centro de la
provincia, las lagunas y el delta paranaense constituyen ambientes sumamente
peculiares y ricos.
Desde
el punto de vista cultural se destaca la importancia de la avanzada contra el
indio y las distintas líneas de frontera en la defensa de los territorios que
constituyeran la ocupación española en el siglo XVIII, el importantísimo patrimonio rural conformado
por un sinnúmero de estancias que se constituyeron en pioneras de adelantos
productivos; la impronta de la inmigración europea de principios del siglo XX
con la conformación de colonias productivas; y la consolidación de poblados
rurales en relación al sistema ferroviario y productivo.
En
este marco el proceso de construcción de las ciudades cabeceras de los partidos
lleva implícita la superposición de esta diversidad de valores culturales y
ambientales. En general pueden reconocerse en ellas los patrones de la ciudad
pampeana y la superposición de la herencia de los siglos XVIII, XIX y XX en el
paisaje, así como los precipitados cambios de los primeros años del siglo XXI.